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SANTIAGO, Chile
Somos un matrimonio católico chileno, compuesto por Juan Rajs Grzebien, Corredor de Propiedades y Helicicultor y Nina Mónica Ramírez Donders, Profesora de Religión y Moral, Habilitada en Filosofía y Educadora de Párvulos, nuestra intención es promover la Doctrina y Cultura Católicas. Para mí, Juan Rajs, mi mayor orgullo y mi gran inspiración es Ninita, mi esposa, mi Dulce y Tierno regalito de Jesús como yo la llamo, no ceso de alabar a Dios por habermela concedido desde la eternidad, para amarla, respetarla y cuidarla siempre.

miércoles, 2 de mayo de 2012

EVANGELIO DEL DOMINGO

Vº DOMINGO DE PASCUA


''EL FRUTO ES PARA COMPARTIRLO”

DOMINGO 6 DE MAYO DE 2012

PRIMERA LECTURA.

TOMADA DEL LIBRO DE
LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES 9, 26-31

En aquellos días:

Cuando Saulo llegó a Jerusalén, trató de unirse a los discípulos, pero todos le tenían desconfianza porque no creían que también él fuera un verdadero discípulo. Entonces Bernabé, haciéndose cargo de él, lo llevó hasta donde se encontraban los Apóstoles, y les contó en qué forma Saulo había visto al Señor en el camino, cómo le había hablado, y con cuánta valentía había predicado en Damasco en el nombre de Jesús. Desde ese momento, empezó a convivir con los discípulos en Jerusalén y predicaba decididamente en el nombre del Señor. Hablaba también con los judíos de lengua griega y discutía con ellos, pero estos tramaban su muerte. Sus hermanos, al enterarse, lo condujeron a Cesarea y de allí lo enviaron a Tarso. La Iglesia, entre tanto, gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaría. Se iba consolidando, vivía en el temor del Señor y crecía en número, asistida por el Espíritu Santo.

Palabra de Dios:
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
22 (21), 26-28. 30-32


ANTÍFONA:

R.: TE ALABARÉ, SEÑOR
EN LA GRAN ASAMBLEA.

Por eso te alabaré en la gran asamblea
y cumpliré mis votos delante de los fieles:
los pobres comerán hasta saciarse
y los que buscan al Señor lo alabarán.
¡Que sus corazones vivan para siempre! R.:

Todos los confines de la tierra
se acordarán y volverán al Señor;
todas las familias de los pueblos
se postrarán en su presencia R.:

Todos los que duermen en el sepulcro
se postrarán en su presencia;
todos los que bajaron a la tierra
doblarán la rodilla ante Él R.:

Mi alma vivirá para el Señor,
y mis descendientes lo servirán.
Hablarán del Señor a la generación futura,
anunciarán su justicia a los que nacerán después,
porque esta es la obra del Señor R.:

SEGUNDA LECTURA.

TOMADA DE LA PRIMERA CARTA
DEL APÓSTOL SAN JUAN 3, 18-24

Hijitos míos, no amemos con la lengua y de palabra, sino con obras y de verdad. En esto conoceremos que somos de la verdad, y estaremos tranquilos delante de Dios aunque nuestra conciencia nos reproche algo, porque Dios es más grande que nuestra conciencia y conoce todas las cosas. Queridos míos, si nuestro corazón no nos hace ningún reproche, podemos acercarnos a Dios con plena confianza, y Él nos concederá todo cuanto le pidamos, porque cumplimos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. Su mandamiento es este: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos los unos a los otros como Él nos ordenó. El que cumple sus mandamientos permanece en Dios, y Dios permanece en Él; y sabemos que Él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.

Palabra de Dios:
Te alabamos, Señor.

¡ALELUYA!

Permanezcan en mí, como Yo permanezco en ustedes. El que permanece en mí, da mucho fruto
(Jn 15, 4-5b).

¡ALELUYA!

EVANGELIO.

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO
SEGÚN SAN JUAN 15, 1-8

Durante la Última Cena, Jesús dijo a sus discípulos:

Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Él corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que Yo les anuncié. Permanezcan en mí, como Yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y Yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde. Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán. La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos.

Palabra de Dios:
¡Gloria y Honor a Ti, Señor Jesús!


ESTAR UNIDOS A CRISTO PARA DAR FRUTO

IGLESIA, “ASAMBLEA DE HERMANOS”.

No se le sería fácil a Pablo el contacto con la primitiva comunidad cristiana, pues todos se acordaban del antiguo perseguidor y lo miraban con recelo, pero medió su amigo Bernabé, de origen helenista, y lo presentó a los apóstoles. Con la ayuda de los hermanos, esto es, de los fieles de Jerusalén, Pablo salva su vida embarcándose en Cesárea y huyendo a su ciudad natal. Con la conversión de Pablo, el principal perseguidor, la iglesia entra en un período de paz y se va organizando como comunidad. Es significativo que el autor de los Hechos de los Apóstoles designe a todas las comunidades cristianas con el nombre de "iglesia". En griego es “ecclesia”, es decir reunión o asamblea. Esta palabra mantiene en adelante un doble significado en el Nuevo Testamento: la asamblea o reunión de los cristianos en un lugar (iglesia local) y la totalidad de los creyentes (iglesia católica o universal). El modernista Loisy dijo “Jesús anunciaba el Reino y vino la Iglesia”. Según esta visión hay una ruptura entre el Reino e Iglesia, como si ésta fuera un invento posterior y descafeinado de lo que quiso Jesús, pero lo cierto es que esta palabra aparece ya en el Nuevo testamento, como podemos comprobar por el texto de hoy. Más adelante se llamará "iglesia" al edificio o lugar de reunión, empobreciendo el rico significado original de la palabra, es decir “comunidad” o “asamblea”. El Salmo 22(21) proclama, precisamente, que “el Señor es mi alabanza en la gran asamblea”.

CREER Y AMAR.

La Primera Carta de Juan insiste una vez más en el amor, pero en un amor que no se contenta con hermosas palabras; pues debemos amar como Cristo nos ha amado, ya que "en esto hemos conocido lo que es amor: en que Él dio la vida por nosotros" Lo verdaderamente decisivo para la salvación es creer que Jesús es el Cristo y el Hijo de Dios (ésta es la fórmula más breve de la fe cristiana) y cumplir su mandamiento de amor, que resume todas las exigencias morales del evangelio. Ambas cosas están unidas inseparablemente, pues la fe es la aceptación de Jesucristo y el reconocimiento práctico de que Él solo es el Hijo de Dios, el Señor. Por lo tanto, el que cree en el nombre de Jesucristo acepta y cumple lo que Él mismo nos enseñó.

UNIDOS A CRISTO, LA VERDADERA VID.

Contemplamos en el evangelio a Jesús rodeado por los Apóstoles, en un clima de especial intimidad. Él les confía lo que podríamos considerar como las últimas recomendaciones: aquello que se dice en el último momento, justo en la despedida, y que tiene una fuerza especial. Lo mismo que el pasado domingo en el evangelio del Buen Pastor, nos sorprende ahora la afirmación absoluta de Jesús: “Yo soy la verdadera vid”. No dice que fue o que será, pues Él es ya la verdadera vid, la que da el fruto. Tales afirmaciones deben escucharse desde la experiencia pascual y con la fe en la resurrección del Señor. Jesús vive y es para todos los creyentes el único autor de la vida y el principio de su organización. De Él salta la savia, y Él es el que mantiene unidos a los sarmientos en vistas a una misma función: “dar fruto”. Jesús es la cepa, la raíz y el fundamento a partir del cual se extiende la verdadera "viña del Señor". Entre los sarmientos y la vid hay una comunión de vida con tal de que aquéllos permanezcan unidos a la vid. Si es así, también los sarmientos se alimentan y crecen con la misma savia. Jesús ha prometido estar con nosotros hasta el fin del mundo, y lo estará si le somos fieles. Él no abandona a los que no le abandonan.

DAR FRUTO”.

En el evangelio de Juan, “dar fruto” significa llevar a la madurez la misión de Cristo, esto es, llegar a la cosecha del reinado de Dios para que se manifieste lo que ha sido sembrado en la muerte de Cristo: la salvación del mundo, que es la gloria y la alegría del Padre (el “labrador”). Para llevar adelante su empeño debe continuar unida al Señor, dejando que sea el Señor el que inspire toda su organización y le infunda la vida.

Así aclara San Agustín lo que significa “dar fruto”:

Permaneciendo unidos a Cristo, ¿qué otra cosa pueden querer sino lo que es conforme a Cristo? Estando unidos al Salvador, ¿qué otra cosa pueden querer sino lo que no es extraño a la salvación? En cuanto estamos unidos a Cristo queremos unas cosas y en cuanto estamos aún en este mundo queremos otras. Por el hecho de vivir en este mundo, a veces nos viene la idea de pedir algo cuyo daño desconocemos. Nunca tengamos el deseo de que se nos conceda, si queremos permanecer en Cristo, el cual no nos concede sino aquello que nos conviene. Permaneciendo, pues, en Él y reteniendo en nosotros sus palabras, pediremos cuanto queramos, y todo nos será concedido. Porque si no obtenemos lo que pedimos, es porque no pedimos lo que permanece en Él ni lo que se encierra en sus palabras, que permanecen en nosotros, sino que pedimos lo que desea nuestra codicia y la flaqueza de la carne”.

Preguntémonos: ¿Cuáles son las podas o momentos difíciles que he pasado en mi vida y que me ayudarán a crecer? ¿Cuáles son las podas o momentos difíciles que pasamos en nuestra comunidad y nos ayudaron a crecer? Lo que mantiene viva una planta, capaz de dar frutos, es la savia que la atraviesa.

¿Cuál es la savia que está presente en nuestra comunidad
y la mantiene viva, capaz de dar frutos?


P. José Mª Martín, OSA
España.

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Jesús nos bendiga, a ustedes y a nosotros,
Nina y Juan.