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SANTIAGO, Chile
Somos un matrimonio católico chileno, compuesto por Juan Rajs Grzebien, Corredor de Propiedades y Helicicultor y Nina Mónica Ramírez Donders, Profesora de Religión y Moral, Habilitada en Filosofía y Educadora de Párvulos, nuestra intención es promover la Doctrina y Cultura Católicas. Para mí, Juan Rajs, mi mayor orgullo y mi gran inspiración es Ninita, mi esposa, mi Dulce y Tierno regalito de Jesús como yo la llamo, no ceso de alabar a Dios por habermela concedido desde la eternidad, para amarla, respetarla y cuidarla siempre.

jueves, 8 de noviembre de 2012

EVANGELIO DEL DOMINGO


XXXIIº DOMINGO DEL TIEMPO COMÚN
DE LA IGLESIA




“LAS DOS MEDIDAS”

DOMINGO 11 DE NOVIEMBRE DE 2012

PRIMERA LECTURA.

TOMADA DEL PRIMER LIBRO
DE LOS REYES 17, 8-16

Entonces la palabra del Señor llegó a Elías en estos términos: “Ve a Sarepta, que pertenece a Sidón, y establécete allí; ahí Yo he ordenado a una viuda que te provea de alimento”. Él partió y se fue a Sarepta. Al llegar a la entrada de la ciudad, vio a una viuda que estaba juntando leña. La llamó y le dijo: “Por favor, tráeme en un jarro un poco de agua para beber”. Mientras ella lo iba a buscar, la llamó y le dijo: “Tráeme también en la mano un pedazo de pan”. Pero ella respondió: “¡Por la vida del Señor, tu Dios! No tengo pan cocido, sino sólo un puñado de harina en el tarro y un poco de aceite en el frasco. Apenas recoja un manojo de leña, entraré a preparar un pan para mí y para mi hijo; lo comeremos, y luego moriremos”. Elías le dijo: “No temas. Ve a hacer lo que has dicho, pero antes prepárame con eso una pequeña galleta y tráemela; para ti y para tu hijo lo harás después. Porque así habla el Señor, el Dios de Israel: El tarro de harina no se agotará ni el frasco de aceite se vaciará, hasta el día en que el Señor haga llover sobre la superficie del suelo”. Ella se fue e hizo lo que le había dicho Elías, y comieron ella, él y su hijo, durante un tiempo. El tarro de harina no se agotó ni se vació el frasco de aceite, conforme a la palabra que había pronunciado el Señor por medio de Elías.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
146 (145), 6-10

R.: ¡ALABA AL SEÑOR
ALMA MÍA!

Él Señor mantiene su fidelidad para siempre,
hace justicia a los oprimidos
y da pan a los hambrientos.
El Señor libera a los cautivos    R.:

El Señor abre los ojos de los ciegos
y endereza a los que están encorvados.
El Señor ama a los justos
y protege a los extranjeros  R.:

 Sustenta al huérfano y a la viuda
y entorpece el camino de los malvados.
 El Señor reina eternamente,
reina tu Dios, Sión,
a lo largo de las generaciones  R.:

SEGUNDA LECTURA.

TOMADA DE LA CARTA A
LOS HEBREOS 9, 24-28

Cristo, en efecto, no entró en un Santuario erigido por manos humanas -simple figura del auténtico Santuario- sino en el cielo, para presentarse delante de Dios en favor nuestro. Y no entró para ofrecerse a sí mismo muchas veces, como lo hace el Sumo Sacerdote que penetra cada año en el Santuario con una sangre que no es la suya. Porque en ese caso, hubiera tenido que padecer muchas veces desde la creación del mundo. En cambio, ahora Él se ha manifestado una sola vez, en la consumación de los tiempos, para abolir el pecado por medio de su Sacrificio. Y así como el destino de los hombres es morir una sola vez, después de lo cual viene el Juicio, así también Cristo, después de haberse ofrecido una sola vez para quitar los pecados de la multitud, aparecerá por segunda vez, ya no en relación con el pecado, sino para salvar a los que lo esperan.

Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.

¡ALELUYA!

Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos
(Mt 5, 3).

¡ALELUYA!

EVANGELIO.

EVANGELIO DE
NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
SEGÚN SAN MARCOS 12, 38-44

Jesús enseñaba a la multitud: “Cuídense de los escribas, a quienes les gusta pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los banquetes; que devoran los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones. Estos serán juzgados con más severidad”. Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia. Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de cobre. Entonces Él llamó a sus discípulos y les dijo: “Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir”.

Palabra de Dios.
¡Gloria y honor a Ti, Señor Jesús!


LLAMADA A LA GENEROSIDAD.

Dios premia la hospitalidad y la fe de una mujer extranjera.

El profeta Elías anuncia una terrible sequía como castigo por los pecados de Israel, y su palabra se cumple. El rey Ajab, convencido de que la maldición de Elías alejaba la lluvia de los campos, en vez de apartarse de sus pecados, trata de liquidar al profeta. Pero Elías huye y se esconde en el desierto. Después, cuando se secó el torrente del que bebía, marcha a tierras fenicias y llega a la región de Sarepta, entre Tiro y Sidón. Encuentra una viuda que recogía leña y le pide ayuda, le suplica que entre en la ciudad y le traiga un jarro de agua y un trozo de pan. Sólo eso, agua y pan. Pero eso era todo lo que tenía la viuda para ella y su hijo. ¿Qué hacer? Elías hace una promesa en nombre de Dios, una promesa a cambio de lo que le pide y de todo lo que tiene la viuda. La mujer acepta, hace la apuesta y arriesga todo lo que tiene; cree en la palabra de Dios y recibe al profeta que la anuncia. Dios premia la hospitalidad de esta pobre viuda y manifiesta que es el único Dios que puede salvar precisamente en el país de donde había salido el paganismo que imperaba en Israel. Siglos más tarde, Jesús recordará con amor el gesto de esta mujer extranjera que fue preferida por Dios por encima de todas las viudas de Israel.

El salmo 145 es una oración de alabanza y de llamada al compromiso solidario. 

Nos recuerda que no estamos abandonados a nosotros mismos; las vicisitudes de nuestra vida no se hallan bajo el dominio del caos; los acontecimientos no representan una mera sucesión de actos sin sentido ni meta. Él es quien hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos y liberta a los cautivos. Él es quien abre los ojos a los ciegos, quien endereza a los que ya se doblan, quien ama a los justos, quien guarda a los peregrinos, quien sustenta al huérfano y a la viuda. Él es quien trastorna el camino de los malvados y reina soberano sobre todos los seres y de edad en edad. Tenemos que ser agradecidos y corresponder a lo que Dios hace por nosotros, colaborando con Él en favor de los más necesitados. Es necesario vivir en la adhesión a la voluntad divina, dar pan a los hambrientos, visitar a los presos, sostener y confortar a los enfermos, defender y acoger a los extranjeros, dedicarse a los pobres y a los miserables. En la práctica, es el mismo espíritu de las Bienaventuranzas; es optar por la propuesta de amor que nos salva desde esta vida y que más tarde será objeto de nuestro examen en el juicio final, con el que se concluirá la historia. Entonces seremos juzgados sobre la decisión de servir a Cristo en el hambriento, en el sediento, en el forastero, en el desnudo, en el enfermo y en el preso. “Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis”: esto es lo que dirá entonces el Señor.

El encuentro con Dios en Jesucristo es el auténtico Templo

El ambiente en el que se desarrolla el episodio evangélico es el templo de Jerusalén, centro religioso del pueblo de Israel y corazón de toda su vida. El templo es el lugar del culto público y solemne, pero también de la peregrinación, de los ritos tradicionales y de las disputas rabínicas, como las que refiere el Evangelio entre Jesús y los rabinos de aquel tiempo, en las que, sin embargo, Jesús enseña con una autoridad singular, la del Hijo de Dios. Pronuncia juicios severos, como hemos escuchado, sobre los escribas, a causa de su hipocresía, pues mientras ostentan gran religiosidad, se aprovechan de la gente pobre imponiéndoles obligaciones que ellos mismos no observan. En suma, Jesús muestra su afecto por el templo como casa de oración, pero precisamente por eso quiere purificarlo de usos impropios, más aún, quiere revelar su significado más profundo: Jesucristo es el Templo nuevo y definitivo, el lugar en el que se encuentran Dios y el hombre.

Se da a sí misma

En el centro de la liturgia de la Palabra de este domingo encontramos el personaje de la viuda pobre, o más bien, nos encontramos ante el gesto que realiza al echar en el tesoro del templo las últimas monedas que le quedan. Un gesto que, gracias a la mirada atenta de Jesús, se ha convertido en el proverbial: “óbolo de la viuda” es sinónimo de la generosidad de quien da sin reservas lo poco que posee. Subrayemos el comentario final que hace Jesús contraponiendo a los que dan su limosna con ostentación y ofreciendo únicamente lo que les sobra, con la ofrenda de la viuda que da todo lo que tenía para vivir. Esta humilde mujer se convierte así en el modelo ideal de la consagración al reino de Dios, sin reservarse nada. La viuda del Evangelio, al igual que la del Antiguo Testamento, lo da todo, se da a sí misma, y se pone en las manos de Dios, por el bien de los demás. Este es el significado perenne de la oferta de la viuda pobre, que Jesús exalta porque da más que los ricos, quienes ofrecen parte de lo que les sobra, mientras que ella da todo lo que tenía para vivir, y así se da a sí misma. 

Un buen mensaje y una llamada singular a nuestra generosidad en este tiempo de crisis donde muchas personas carecen de lo mínimo para vivir con dignidad.


Padre José Mª Martín, OSA
                   España
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Jesús nos bendiga, a ustedes y a nosotros,
Nina y Juan.